"... a mediados del ´91 renuncié a mi trabajo de fotógrafo del diario "La Época" de Chile, tomé unos pocos dólares que logré ahorrar durante esos dos años de chamba, compré una mochila azul (cómo la canción), me hice con una Leica M3 (pretensiones de artista), muchos rollos de HP5 y Tri-X y partí rumbo a México, mi querida patria adoptiva. Un viaje por tierra que tenía programado para dos, máximo tres meses..."
"...el viaje nunca terminó y desde entonces 15 rollos con imágenes que tomé en Centroamérica que nunca revelé han viajado conmigo por medio mundo. Han sufrido mi falta de cuidado y preocupación cómo ninguna otra cosa o persona.
Fueron guardados, olvidados, reencontrados, perdidos, vueltos a guardar, descuidados, olvidados de nuevo, reencontrados por décima vez. Protegidos, vueltos a perder, reencontrados otras cien veces, votados, recogidos, desprotegidos y sobreprotegidos para volver a ser olvidados otras mil veces en lugares tan dispares como refrigeradores, cajas de zapatos, cajones de cocina, calcetines, bolsas plásticas, estantes, librerías, camas y no sé en cuantos sitios más de todos los lugares que he vivido durante estos 21 años."
" Hace unas semanas los volví a encontrar -si, de nuevo - y en lugar de ponerlos de vuelta a la caja, cómo siempre había hecho, decidí que era el momento de mandarlos a revelar, así que imaginarán mi gran sorpresa al descubrir que varias imágenes habían salvado milagrosamente los embates del tiempo.
La mayoría resultaron ser fotos que tomé en El Salvador durante las celebraciones de la firma de paz entre el FMLN y el Gobierno, que terminó con más de diez años de guerra civil."
Al descubrir esta historia en una red social, no tarde ni medio segundo en contactar con Pedro. No cabe duda que el paso del tiempo dejó huella en la emulsión pero a la vez daba a estas imágenes un aspecto, en algunas de ellas, casi fantasmagórico, cómo es el caso de la primera que ilustra este post. Ahora que tanto se habla de la posproducción digital aplicada a la fotografía documental, en este caso ha sido el pasar de los años, un viaje en el tiempo, el que ha dejado su rastro cómo laboratorista.
Pero, ¿cual fue la razón por la cual no reveló en su momento aquellos carretes? Pedro nos contesta:
"No fue una decisión consciente no revelarlos para viajar con ellos. Fue simplemente cómo se fueron dando las cosas desde el momento que por dejadez no los revelé conscientemente después de haberlos tomado.
Estos rollos eran parte de lo que yo consideraba mi trabajo personal cuando partí a cubrir las celebraciones de la firma de paz en Salvador en el `92 como free-lance para la agencia AFP -para aquel entonces cometía el error de hacer una separación tajante entre "mi" fotografía y la fotografía para la agencia- además de considerarme tontamente más fotógrafo que periodista, se distinguía fácilmente una de otra pero no por el contenido, sino porque uno lo hacía en Blanco y Negro y lo otro en color.
Como eran rollos personales y no había urgencia de revelarlos para ser enviados a alguna parte, quedaron injusta e irresponsablemente relegados a un segundo plano cuando volví de El Salvador a Nicaragua.
A los pocos meses me fui alejando de México cuando se presentó la oportunidad de trabajar, conocer y vivir nuevas experiencias en otro país. En 1992 me mudé a Panamá, entonces mis pertenencias sumaban tres cámaras, mi portafolio fotográfico, las fotos de carnet de mis mejores amigos, un poco de ropa, unas pocas cartas de amor y los susodichos rollos (además de los míos propios).
Estos fueron olvidados en cajas que fueron aumentando en cada mudanza; aparecían de vez en cuando por accidente en algún empaque o desempaque y cuando eso ocurría pensaba que era imposible que tuvieran ninguna imagen, restando urgencia a la poca urgencia que ya tenían.
Los llevé conmigo, a veces sin saber que seguían ahí, de Latinoamérica a África, al Medio Oriente y finalmente a Asia, donde vieron la luz después de un ataque tardío de urgencia por saber que contenían 21 años después. Sabía que habían fotografías de mi tiempo en Centroamérica o quizás del viaje que había hecho por tierra desde Chile a Nicaragua, pero no más."
".....para aquel entonces cometía el error de hacer una separación tajante entre "mi" fotografía y la fotografía para la agencia- además de considerarme tontamente más fotógrafo que periodista, se distinguía fácilmente una de otra pero no por el contenido, sino porque uno lo hacía en Blanco y Negro y lo otro en color....."
ResponderEliminarQue historia mas guapa, gracias Pedro , gracias David.
Que buena historia!!!!
ResponderEliminarBonita historia, una metafora de la memoria suspendida..Me temo que con la fotografia digital no seria posible: unas fotos olvidadas en un disco duro tendran pocas posibilidades de ser rescatadas dentro de dos decadas..
ResponderEliminarHa sido un gusto enorme leer ésta historia, con el primer café de la mañana.
ResponderEliminarque historia tan atrapante! esa era la magia de los rollos y demuestra una vez más su permanencia en el tiempo.
ResponderEliminarSi fueran los carretes de Winogrand se entiende son miles pero 15 carretes de un fotografo professional quizas nunca los considero importantes a no ser que entre en el campo de la especulacion y que hoy en dia esta historia fotografica hara las delicias de los seguidores de Harry Potter que ven en cada milimetro de pelicula magia y que para los seguidores de la ciencia ficcion se consiguen con la app Vintage Photo y similares una historia fotografica romantic pero sin Clint Eastwood en pocas palabras Los 15 rollos de Ugarte en los mejores cines.
ResponderEliminarDesde Oklahoma City.
Que comentario más imbécil
Eliminar¡Qué suerte no haberlas revelado cuando tomó las fotos!¡Todo un tesoro!
ResponderEliminarWaw! menuda historia! gracias por compartirla!
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