martes, 29 de junio de 2010

Ópticas luminosas. Sorpresas en la oscuridad.

Si existe en las cámaras digitales un gran avance tecnológico, este es sin duda la calidad que ofrecen cuando trabajamos a altas sensibilidades. Muy atrás queda aquel fantástico Fujicolor 800 ISO con el que trabajábamos en condiciones precarios de luz. Los modelos digitales de última generación nos dán la oportunidad de fotografiar, por ejemplo, a 2000 ISO y tener una calidad bárbara por lo que parece inncesario trabajar con ópticas muy luminosas pero esto puede llevar a error.
Siempre he sido partidario de las ópticas fijas y a poder ser muy luminosas. La razón en sencilla y es casi un razonamiento lógico. A más luminosidad menor es la sensibilidad que tendremos que utilizar y por lo tanto mayor calidad tendrá la imagen final. Si, ya sé que su precio es elevado pero realmente valen la pena. Es mejor invertir en ópticas que en cámaras. No lo dudéis.
Hay otras razones por las cuales me decanto por este tipo de lentes como la calidad óptica o el desenfoque trasero. Pero sobre todo existe una razón per encima del resto. La posibilidad de trabajar con luces extremas, casi invisibles para nuestros ojos pero que luego surgen de forma mágica al disparar el obturador como es el caso de la siguiente imagen tomada casi de noche en Galicia con un 24 mm. / 1.4 L Canon. Yo les llamo “luces pictóricas”.


Una óptica espectacular por su calidad y sobretodo por su prácticamente nulo efecto barrilete.
Es fascinante combinar dominantes y dejar que estas pinten de distintos colores la toma.
En la siguiente imagen de dos operarios en el Aeropuesto de Barcelona realizada con un 85 mm. /1.8, ese fondo verde apenas se adivinaba.


Con una pose lenta y jugando con las siluetas surgió esta fotografía destinada a un artículo del diario.
Así pues, atentos a los momentos sin luz. Están repletos de sorpresas si sabemos buscar los colores escondidos.

sábado, 26 de junio de 2010

Fotógrafo & Redactor. "Una terapia peligrosa".

El pasado miércoles daba a conocer otra sección dentro de TWS, “La Aldea Gala”, posponiendo para otro artículo el significado de ese bautizo. Pues bien, en esta nueva sección abordaré temas más vinculados a la vida dentro de la redacción, a las alegrías y las tristezas, a los problemas y a las soluciones.

En la redacción de un periódico, la sección de Fotografía es un reducto minúsculo comparado con el resto de secciones. Tal vez estemos hablando, como mucho, del 10% del total de redactores que componen el dispositivo informativo de un diario.
La relación entre el Fotógrafo y el Redactor sería una digna secuela de la pelicula “Una Terapia Peligrosa” ya que entre ambos, el día a día puede acaparar desde la compenetración total hasta el odio absoluto.
Son dos razas distintas condenadas al entendimiento en un hábitat común y este factor es el culpable que en muchas ocasiones saltar del amor al odio sea una cuestión de segundos.
Las relaciones humanas son difíciles cuando se comparten tantas horas y no es cuestión de encontrar culpables aunque si es cierto que existe un punto de inflexión que diferencia a ambos profesionales y este no es otro que el intrusismo profesional por parte de los periodistas respecto a los fotógrafos.
Después de tres años como Redactor Jefe, morador todos los días de esta selva llamada redacción, he podido comprobar que existen diversos tipos de Redactor. Partiendo desde la premisa que todo el mundo parece estar legitimado para opina sobre fotografía, los hay con quienes compartir un trabajo siempre es un placer y elaborar una edición gráfica dialogante es fructífero en pos de un buen resultado final. También están aquellos más duros, aquellos que creen que estas poniendo algo en “SU” página y por lo tanto se sienten legitimados a dictar normas y opiniones sin pensar que una página la pueden componer varios factores: textos, fotografías, compaginación, infografía, diseño, etc. Para acabar existen aquellos que creen saber todo de fotografía y no tienen ni idea. Estos son los peores. Bueno no, los peores son los que encima hacen fotos con su cámara pero este es un tema suficientemente complicado que merece ser abordado otro día.
Afortunadamente, en La Vanguardia el sector predominante es el primero, digamos un 65 o un 70 % por lo que no está nada mal pero hay un sector duro que… en fin.
Otra diferencia entre ambos profesionales la marca el día a día. Son muchas las ocasiones que por razones de tiempo, personal, o necesidades, el hecho de abordar una noticia como equipo es difícil y el redactor solicita la imagen del tema una vez lo ha realizado. Esta ha sido una de mis luchas desde que estoy en el cargo. Por ejemplo, el tema principal con que cada día abre la sección “Vivir en Barcelona” consta de tres páginas. El fotógrafo destinado a ese tema solo hace ese tema y no hará otras informaciones por muy cerca que esté de ellas. El “Oye, ya que estas ahí podrías hacer una rueda de prensa y luego una fachadita que necesitamos…” no tiene cabida en mi modo de proceder. La calidad debe estar siempre por encima de la cantidad, sobretodo si esa cantidad puede llegar a ser mediocre.
El hecho de ser un colectivo mucho más pequeño lo ha convertido en mucho más peleón en defensa de sus principios y del reiterado intrusismo que debe afrontar pero esto ni es nuevo ni solo ocurre en La Vanguardia, esto viene de muy largo y ocurre en todas las redacciones. Nuestra sección siempre se ha nutrido mayoritariamente de un fuerte componente unitario lo que ha hecho que la relación entre nosotros sea muy estrecha, diría casi familiar. La defensa de los derechos de autor, el reconocimento profesional o el respeto dentro de la redacción son “pequeñas” batallas dentro de una guerra perenne. Es por esto y por muchas cosas más que al observar a los fotógrafos dentro de una redacción, siempre he recordado aquella viñeta que inicia los comics de “Asterix y Obelix”. El mapa de aquella aldea Gala en medio de todo el imperio Romano.

miércoles, 23 de junio de 2010

Muere la enfermera besada.

Edith Shain, la enfermera que aparece en la fotografía de Alfred Eisenstaedt besada por un marine en Times Square el 14 de agosto de 1945 a muerto hoy a la edad de 91 años.
Una fotografía que se convirtió en todo un icono de la victoría de Estados Unidos sobre Japón en la Segunda Guerra Mundial.