Opinar es todo un símbolo de valentía, sobretodo si esa opinión va acompañada de sentido común y respeto, es por ello que en primer lugar
quisiera dar las gracias a todas aquellas personas que han aportado sus reflexiones sobre esta temática. Gracias.

Gracias porque la valoración no era fácil, ni pretendía que lo fuera. La imagen de Olivier Laban-Mattei ha planteado opiniones dispares y criterios enfrentados
sobre las dos preguntas que formulé. Es una imagen fronteriza entre lo publicable y lo no publicable y ante la primera cuestión planteada mi respuesta es un rotundo y reflexivo SI.
Para razonar dicha respuesta, permitid que me remonte a los hechos.
Cuando Haití sufrió el terremoto yo me encontraba de viaje. Regresé tres días después del inicio de la catástrofe, así pues, la edición de la noticia corrió a cargo de Albert Aymami, Cristina Gallego y Mercè Taberner, todos ellos editores gráficos del diario.
Lo primero que hice fue revisar todo el material llegado desde el lugar a través de las agencias internacionales y comentar con Albert, Jefe de sección de fotografía, por dicha edición.
Juntos volvimos a repasar todas las imágenes. Eran escalofriantes, impactantes, en muchos casos de difícil digestión visual. Regresé a mi mesa y seguí repasando el material.
De repente apareció la imagen de Olivier y la importé al Photoshop para verla a mayor tamaño. Tras un buen montón de imágenes, era la primera fotografía que me hacia parar y observarla con detenimiento. Era una imagen que aportaba algo más. En mi opinión era un documento excepcional y permitidme que me expresé ante tal crudeza desde el respeto hacia los acontecimientos pero también desde el distanciamiento necesario tanto para fotografiar como para editar este tipo de sucesos. Acto seguido me la guardé en el disco duro de mi ordenador como muchas otras que he ido guardado, entre ellas, esta que os muestro a continuación realizada también por Olivier Laban-Mattei, premiada posteriormente en el certamen World Press Photo.

A continuación miré la información de la imagen para ver su autoría. No es la primera vez que os muestro en este blog alguna imagen de Laban-Mattei, en mi opinión, uno de los mejores fotógrafos del panorama internacional.
La descripción de la imagen decía lo siguiente:
“A man throws a dead body at the morgue of the general hospital, January 15, 2010 at Port Au Prince following the 7.0 magnitude quake on January 12. More than 50.000 people were killed and 250.000 injured by this week´s earthquake, wich also left neraly 1,5 millons homeless, a Haitian minister said. After three days of haitians being left to fend mostly for themselves in one of the world´s poorest countries. // TOPSHOTS // AFP OLIVIER LABAN-MATTEI.”France Press había considerado la imagen dentro de sus “
TOPSHOTS”, denominación de las mejores fotos del día.
Fue publicada el domingo 17 de enero dentro de las seis páginas que destinó La Vanguardia para el seguimiento de la noticia.

La edición realizada por Albert, Cris y Mercè durante los días posteriores al terremoto me pareció excelente, dura pero excelente. Fueron muchísimas las imágenes que llegaron con una alta carga emotiva, cruda y desagradable pero la elección había sido más que correcta, en muchos casos diría hasta valiente, a sabiendas de lo que podía suponer publicar algunas fotografías.
A los pocos días fui convocado por el Consell Profesional, órgano de la redacción que trabaja sobre todos aquellos problemas profesionales que puedan surgir en el diario y del cual he formado parte durante dos legislaturas, para comentar la edición de Haití, en especial la publicación de unas imágenes por las cuales habían recibido algunas quejas. Entre ellas estaba la fotografía en cuestión. Fue un debate profesional y muy interesante, defendiendo cada uno nuestros distintos puntos de vista. Al preguntarme si no era un problema el publicar esa fotografía contesté: “Si, realmente observo solo un problema, yo la habría publicado más grande”
Porque a pesar de todo no encontramos ante un documento excepcional y que en mi opinión, su análisis muestra diversos aspectos de la tragedia. Una imagen apta para ser publicada dentro de un amplio reportaje o como foto única en un artículo que analice la situación. Es tan cruda como la realidad que muestra.
Observar en una fotografía como una persona lanza el cuerpo de un pequeño sobre un montón de cadáveres no es algo nuevo. Lo hemos visto en documentales sobre campos de concentración donde los cuerpos eran lanzados o bien arrastrados por máquinas escavadoras a grandes fosas comunes. Y por desgracia no tenemos que remontarnos para ello hasta la segunda Guerra Mundial.
Desde Haití llegaron numerosas fotografías que mostraban montañas de cadáveres, una detrás de otra, centenares de cuerpos amontonados en patios interiores.
Como escribí en el primer artículo sobre esta entrega, no creo para nada en la gratuidad de las imágenes y menos en la hipocresía informativa.
Imaginad por un momento que tuviéramos la oportunidad de hacer el siguiente ejercicio.
Llegadas las imágenes de Haití, realizáramos una edición para el diario lo más pulcra posible, aunque eso conllevará omitir información al lector al no mostrar toda la dimensión de la tragedia. Paralelamente introduciríamos en un sobre las 15 imágenes más duras e impactantes de lo sucedido para ser entregado junto al ejemplar del día, advirtiendo sobre el contenido dicho sobre cerrado.
Mucho me temo que se abrirían tantos sobres como ejemplares vendidos.
En la edición de estas tragedias no cabe la palabra “espectáculo” como máxima para llevar a cabo la selección de imágenes. No puede existir frivolidad sino criterios y profesionalidad como la que sinceramente creo que mostraron los editores gráficos que en su momento fueron los encargados de elegir cada una de las imágenes que ilustraron las páginas de La Vanguardia.
Como fotógrafo, no tengo la menor duda que en el caso de encontrarme en el lugar hubiera procedido igual que Olivier y hubiera tomado la fotografía porque ese es mi trabajo, para lo bueno y para lo malo, retratar la realidad, retratar lo que está ocurriendo sin ningún tipo de manipulación. Y eso es “tan solo” lo que muestra esa imagen.
Y esa es "tan solo" la labor del editor gráfico, seleccionar lo más fiel y periodísticamente posible esa realidad.
En cuanto a otros temas a los que se refieren algunos comentarios como la influencia de la proximidad geográfica de la tragedia en la edición gráfica, creo que merecen un capítulo a parte y así lo haré.
Sobre las fotografías y el tratamiento gráfico que se elaboró desde el diario para la información de Haití
no recibimos ninguna, y repito, ninguna carta de algún lector quejándose de ello. Entonces, tal vez os preguntéis cual fue el origen de las quejas por la cuales fui convocado por el Consell Profesional. Permitidme que este caso diga el pecado, no el pecador.