La campaña electoral catalana ha llegado a su ecuador. En una semana la urnas dictarán el veredicto final, desvelando el nombre del candidato ganador.
Según las encuestas publicadas en diversos medios de comunicación, todo parece indicar que será Artur Más quien se lleve el gato al agua pero como dice el refrán “…hasta el rabo, todo es toro” , y sino que se lo digan a Aznar, así que habrá que esperar la decisión del pueblo soberano.
Artur Más bebe agua tras finalizar un acto electoral.
Me gusta hacer campañas electorales. Rompes con la rutina diaria y puedes obtener imágenes interesantes pero esta vez hay algo que brilla por su ausencia que siempre ha proporcionado instantáneas divertidas y hasta entrañables.
Los principales candidatos parecen estar blindados y me ha llamado la atención el poco contacto que están estableciendo con la población.
Ni visitas a mercados, ni a escuelas o asilos de entrañables jubilados y prejubilados, que ahora se lleva mucho.
Ni visitas a barrios trabajadores ni a las casitas del barrio alto.
Todo se limita a encuentros con la prensa o al mitin de turno, donde el candidato aparece bañado por la música oficial de la campaña, jaleado por hordas de simpatizantes ya convencidos que su voto será para el político en cuestión.
No hace falta ni traer la bandera de casa, el servicio de comunicación lo tiene todo listo y esas senyeras que ayer ondeaban en Barcelona, mañana lo harán en cualquier otra población.
Recuerdo una anécdota que ocurrió hace ahora unos años. Se celebraba un mitin de CiU en el Palau Sant Jordi de Barcelona cuando de repente, subiendo la escaleras para realizar una panorámica desde la parte alta del pabellón, me alertó ver a todo un buen número de asistentes refrescándose con un abanico del político oponente, en concreto de Pascual Maragall.
No recuerdo el origen de aquel error, si fue por un fallo del órgano propagandístico del partido o un gol por la escuadra del equipo de Maragall, pero era una imagen insólita que finalmente ilustró esa información.
De todos modos, el próximo domingo, sea quien sea el vencedor y como marcan los buenos cánones electorales, nadie habrá perdido y todos ganarán.
Gana el triunfador porqué ha ganado.
Gana el derrotado porqué ha sido por menos de los esperado.
Gana el que pierde escaños y deja de ser “ bisagra”, ganando tiempo libre para preparar mejor una próxima ocasión.
Gana el que se mantiene porqué… “con la crisis que corre… no esta mal”.
Gana el que seguirá en la oposición porqué allí se aprende mucho.
Gana aquel que nadie conocía y ahora lo conocen cuatro.
Al final ganarán todos y sino... ¡¡Al Loro!! como dice, por cierto, otro de nuestros flamantes candidatos.
Creeré en los políticos cuando cobren el salario mínimo interprofesional, cuando tras su mandato vayan al paro y no tengan pensión vitalicia... Ah! Y si además son capaces de tener conciencia, ya tendrán mi voto. Mientras tanto, iré a votar, porque no quiero perder mi derecho; pero será nulo, para que no lo sumen al que más votos tenga.
ResponderEliminarSi ya en campaña escenifican ese distanciamiento entre la clase política y la población, ¿qué podemos esperar durante los mandatos?
ResponderEliminarEllos siempre ganan, los demás siempre perdemos...
ResponderEliminarExacte, com diu l'Alberto, ...i nosaltres sempre perdem.
ResponderEliminarAsí está el patio, y no sólo en Cataluña, claro. No sé si esta separación entre la gente y sus políticos (que al fin y al cabo son los que hacen y deshacen) puede seguir así eternamente.
ResponderEliminarDeben mostrar que los despilfarros de dinero público en campaña han dado sus frutos.
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ResponderEliminarEse distanciamiento se debe al miedo. Los dos candidatos con más probabilidades saben que no ganar significa decir adiós a su carrera. A Montilla lo enterrarán y a Mas no le dejarán quedarse a las puertas por tercera vez. Y saber eso les tiene atenazados. Por eso es tan interesante el debate a dos, si finalmente se hace. Montilla, poco dotado para la improvisación, sabe que tiene las de perder, pero no le queda otra opción que quemar sus últimos cartuchos. Mas se debate en saberse superior ante las cámaras y en el riesgo que supone enfrentarse a un gato panza arriba. Veremos.
ResponderEliminarCurioso que los dos hayamos coincidido en el mismo personaje. Tu foto es soberbia, la mía destila mala leche (y no fue manipulada, fue tal y como me lo encontré).
Cada cuatro años nos queda vivir todo este acontecimiento mediático. El día siguiente, todo se va diluyendo, hasta que los carteles vuelven a llenar de colorido y frases –algunas- ingeniosas el paisaje urbano.
ResponderEliminarAy, la vida política.
Un abrazo
Es verdad que cada vez se hacen las campañas más dirigidas a los medios, y no al ciudadano. Yo en Euskadi he visto mítines ante una plaza vacía, para decir que el partido X ha estado en ese pueblo. Otra vez llegué a una población donde iban a hacer un reparto de propaganda y cuando llegué estaban esperándome: "¿Qué hacemos?" me preguntan. Pues por mí...
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