lunes, 6 de septiembre de 2010
Mi querido Café.
La publicación del anterior artículo, hizo que de nuevo bajara de la estantería el libro que, mediante impresoras caseras, elaboré con la recopilación de las fotografías que componían la totalidad del reportaje “Quedamos… en el Zurich”. Una memoria gráfica de ese entrañable Café.
Fuero unos meses de intenso trabajo en una época de aprendizaje. Días y días para conseguir imágenes distintas que ilustraran el devenir cotidiano del lugar. Horas y horas revoloteando entre las personas, camareros, espacios.
La cercanía del lugar respecto a la redacción de La Vanguardia, por aquel entonces ubicada en la calle Pelayo, hacía posible que cualquier momento de tiempo libre, pudiera desplazarme para proseguir con el tema.
Cualquier momento era bueno para ir de “caza”, aunque muchas veces me iba de vacío. Sin ninguna “presa” en el zurrón.
Era un lugar peculiar y tanto podías encontrarte el cliente fijo que cada mañana leía la prensa en su interior, hinchas bebiendo cervezas, avasallando a una joven transeúnte o los componentes de una banda piropeando a su vecina de mesa.
Carnaval era un buen momento para hallar fotos distintas o bien la celebración de alguna que otra “Cursa popular”.
Al llegar la noche, el Tmax 3.200 era el mejor aliado para captar los mejores momentos. La celebración de un título de Liga por parte del FC. Barcelona propició esas sombras en la pared del edificio.
Grupos de música amenizando encuentros y diversiones.
El inicio del derrumbe se prolongó durante bastantes meses. Cuando finalmente llegó un el momento, una fiesta significó el adiós del antiguo Café a la espera de uno más moderno.
Allí se concentraron personalidades y clientes para rendir homenaje a tan querido lugar.
Un golpe de pico simuló el inicio del final y al acabar la fiesta muchos se llevaron un trozo de piedra como recuerdo. Algo parecido a lo sucedido en el muro de Berlín.
Dieron inicio las obras y poco a poco fue perdiendo su fisonomía.
A las pocas semanas era como un fantasma y solo la fachada principal parecía no rendirse ante la presencia de las escavadoras.
Son de aquellos reportajes que perduran en la memoria por la multitud de recuerdos que guarda y que tras veinte años nunca ha visto la luz en su totalidad.
Son los inicios de una profesión, momentos entrañables que os he querido mostrar en este pequeño resumen.
Tengo la suerte de poseer una de sus sillas de madera, de las antiguas, las que pesan y sentado en ella escribo este articulo o paso mis momentos ante el ordenador.
Etiquetas:
fotoperiodismo
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Madre mia, que pedazo de reportaje! Creo que luciría muy bien en el Zurich actual. Todo es intentarlo!
ResponderEliminarFelicitaciones.
Me parece una historia fantástica con fotos muy buenas y un trozo de una época que, tan cercana cronológicamente, da la impresión de estar muy lejos.
ResponderEliminarGran historia, buenísimas fotos. Enhorabuena. La vida que tienen algunos cafés … Al ver las fotos me he ha acordado del “Café Lehmitz” de Anders Petersen.
ResponderEliminarSaludos
Mi más sincera enhorabuena. Es un reportaje impresionante. Creo que Martin Gallego ha tenido una muy buena idea. ¿Son los mismos dueños?
ResponderEliminarDavid,ya conocía muchas de las fotos. Es un trabajo bonito, bonito. Uno de los que más me gusta de los tuyos. Quizá tenga que ver con un punto sentimental personal: yo comencé a frecuentar Barcelona en 1990, y cada vez que venía quedaba con Anna, mi mujer, en la terraza del viejo Zurich. Allí la esperaba cada tarde a que saliera de su trabajo, leyendo novelas de Milan Kundera o de Hanif Kureishi, fumando pitillos, tomando café y mirando la gente pasar. Su derribo y reconstrucción representa, en mi recuerdo, el certificado visual del paso de la Barcelona "humana", a la BCN de hoy, ya convertida en un parque temático..
ResponderEliminarSi bien yo lo que conozco es "la BCN de hoy" como dice Rafa, y hago de ese parque temático uno de los temas de mis fotos, me parece un reportaje sensacional y evocador.
ResponderEliminarMe transmite con imágenes lo que era el café como me lo transmiten con palabras los artículos de Perez-Reverte cuando habla del Café Gijón de Madrid.
Un saludo
David, ya lo conocía y siempre me ha parecido un reportaje extraordinario. Yo todavía sigo quedando muchas veces en la terraza del ,ahora nuevo, Zurich
ResponderEliminaraixò és FOTO en una Barcelona que donava molt de si. ara malauradament és més difícil ensopegar amb aquesta gràcia i pocs son els que tenen l'energia i la paciència de trobar-ho a casa seva; és la generació digital del consumisme i la pressa. Merci per compartir-ho, jo no ho coneixia.
ResponderEliminarEl reportaje refleja un todo, pero me encanta la foto del sifón dando ese toque especial al (supongo) vermú, ese de las animadas tertulias a mediodía. Las buenas costumbres aún perduran.
ResponderEliminarNo hace demasiado que estoy "abonado" a este blog... felicidades me parece realmente bueno.
ResponderEliminarSiempre me ha encantado la fotografía periodística y en este reportaje se aprecia uno de los aspectos que mas admiro... ¿como demonios se pueden hacer fotos de la gente sin que esta cambie su actitud y pongan la tipica pose/cara de "que me hacen una foto"?
La foto de la chica piropeada me encanta.
Magnífico reportaje, David.
ResponderEliminarEn una de las fotos he creído reconocer a las parejas de estos dos señores de la foto de Richard Kalvar:
http://www.magnumphotos.com/Archive/C.aspx?VP3=ViewBox_VPage&IID=2S5RYDWS1LW3&CT=Image&IT=ZoomImage01_VForm
Te lo tuviste que pasar en grande haciendo el reportaje, se nota en el resultado final. Los bares son unos de los sitios que en los que disfruto haciendo fotos, siempre hay cosas interesantes en las qe fijarse.
ResponderEliminarEn este caso, es una muy buena muestra de una Barcelona que desaparece poco a poco. Me apunto a la idea de que sería muy interesante exponer el reportaje en el actual Zurich, aunque seguro que el de ahora sale perdiendo con la comparación de lo que fue...
saludos!
Es lo primero que he pensado también, Rafa, en las margaritas bigotudas. Me lleva a reflexionar que no podemos olvidar la importancia de como nos vamos contaminando y envenenando de fotografía a través de las fotos que va,os viendo y que se apropian de la mirada propia: nos apropiamos de la fotografía pero al final somos nosotros y nosotras quienes pertenecmos a ella.
ResponderEliminarSalud y saludos.
Bares, que lugares, laralarala... además de exponer en el sitio nuevo, también refotografiarlo. Emulando. Lo viejo y lo nuevo de Su Majestad Eisenstein-- quizá mirándolo ahora en color?--
ResponderEliminarTio Braulio, puede que te ayude el como se lo plantea el propio Kalvar
http://www.in-public.com/RichardKalvar
Salud y saludos.
David, si yo fuera una editora con dinero (bueno, dejémoslo en simplemente editora), no dudaría en convertir este trabajo del Zurich en un libro. Ya lo conocía y es buenísimo! Me encanta el estilo clásico, riguroso y humanista que destila, propio de un Willy Ronis, por poner un ejemplo. Creo que refleja toda una época de Barcelona, y de ese espacio de tiempo efímero y temporal, sacaste algo eterno e imborrable que transmite pasión y simpatía.
ResponderEliminar¿Por qué no propones a la actual dirección del Zurich que te edite el libro? Anda, anímate! Tengo ganas de hacerme con uno.
Que bueno que os halla gustado. Gracias.
ResponderEliminarNo sé si ahora habría alguna alma caritativa que se atreviera a editarlo, con los tiempos que corren...
Me alegra que halla aparecido el nombre de uno de mis fotógrafos predilectos de Magnum, el señor Kalvar. Es genial su forma de ver.