domingo, 5 de septiembre de 2010

Historias escondidas tras una imagen.

El pasado sábado, La Vanguardia ofrecía en portada la fotografía de dos jóvenes que tras conocerse en Menorca pudieron reencontrarse gracias a dos cartas que se mandaron mutuamente a través de la sección “Cartas al director”.
Era una de esas historias humanas, una historia de amor. Poco importa el posible desenlace final. El discurrir de los acontecimientos y la sensibilidad a la hora de escribir esas dos cartas convirtieron esa vivencia en un pequeño y tierno cuento de verano.
De repente nos encontramos en la sección relatando historias similares y me acordé de una en concreto que sucedió al inicio de los noventa. Era una historia de encuentros y desencuentros escondida tras una imagen.

Por aquel entonces, estaba realizando un amplio reportaje sobre el café Zurich antes de su derrumbe. Me pasé horas y horas deambulando por su terraza.
Cierto día surgió ante mis ojos una pareja que, con los ojos cerrados, se abrazaban ensimismados, sentados en una de las mesas del lugar. No lo dudé y accioné el disparador.


Era un momento demasiado bello para dejarlo escapar pero la cercanía que supone trabajar con un 50 mm. me delató rápidamente. De repente el joven se levantó y vino hacia mi.
A la espera de una severa bronca, me preguntó muy educadamente:
¿Nos has hecho una foto? Si, contesté. Soy fotógrafo y bla, bla, bla…
¿Podrías mandármela?
¡¡¡¡¡Claro!!!! exclamé, contento de no tener que asumir algo más grave.
El muchacho que era extranjero, austriaco sino recuerdo mal, había conocido a esa chica durante ese verano y habían decidido despedirse en el Zurich.
Aquella fotografía se convirtió de repente en la imagen de una despedida.
Pasaron los meses y dicha fotografía salió publicada en el Magazine de La Vanguardia. Al cabo de unos días recibía una carta de una lectora sorprendida al verse en esa imagen, y que solicitaba si podía obtener una copia.
Se trataba de una de las dos jóvenes que aparecen en la parte superior. Eran dos amigas que hacía tiempo que no se veían y que tras pasar unos días juntas decidieron despedirse…en el Zurich.
Ante mi sorpresa, esa fotografía mostraba dos despedidas, una historia de encuentros y desencuentros.
Ahora hace unos veinte años de esa imagen y la recuerdo con cariño.
Son historias escondidas en las imágenes que hacen mayor nuestro amor por la fotografía.

10 comentarios:

  1. Además de las bonitas historias, hay muchas tras las fotos, es una imagen estupenda porque explica dos historias a la vez. Reencuadrándolas por separado saldrían dos buenas fotos, pero tu has conseguido que estén en el mismo fotograma, lo que le da más valor.Es la visión y el entreno del ojo del fotógrafo:fijarse en el hecho principal, el abrazo, pero sin perder de vista todo lo que le rodea.
    ¡Ah, acabo de volver del kiosko con mi sartén de dos asas y la Vanguardia!A quién madruga...

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  2. Bonita historia David. Buena foto. Las buenas fotos, y algunas que no lo son, dejan un regusto de comienzo de novela, o de final o de capítulo 62, inacabado discurso cerrado en si mismo, potente si la foto lo es, que se mezcla o agita evocativamente con su insoportable levedad de ser lo que es, una mera foto. Un click tan frágil que pudiera no haber sido. Al final de tanta realidad, con o sin desenfoques gausianos, una quimer, una foto.

    Salud y saludos.

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  3. Que bonita historia. No sé porque, supongo que por el uso, abuso y banalización de las imágenes me encuentro a menudo avergonzado de tomar fotos de este estilo, hasta el punto de no hacerlas por miedo a la reacción de las personas que puedan aparecer o a la pregunta de qué haría con ellas, o quizas por un sentimiento de estar entrando en un lugar de intimidad con mi cámara al que nadie me ha invitado, pero es que es bonito contar y atrapar esos momentos para tener algo con lo que recordar que la vida con amor es bella.
    No sé, en cualquier caso una foto y una entrada estupenda, gracias por ello.

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  4. Bonica foto i entranyable història, David.
    Gràcies per aquest blog tan interessant i didàctic.

    Salut,
    Oriol

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  5. Jo, que bonito. Por un momento me ha temblado la barbilla...

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  6. Bonita historia y bonita foto.

    Hoy día, quizá la reacción del protagonista tras el robado, fuese un poco mas peliaguda... Te vería en "Sálvame Deluxe"

    Un saludo

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  7. David, creo que al título del post tendrías que haberle añadido un 1 entre paréntesis porque estoy convencida de que debes de tener guardadas en la memoria muchísimas más fotos con historias tan sabrosas como esta, algunas bonitas y otras menos, pero siempre interesantes. Estaré pendiente!

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  8. Hola! La Maria Rosa te raó...jo també estaré antenta. M'agraden molt les teves fotos, i m'agrada veure-les. Una historia molt maca. Ptons

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  9. ¡Cómo ha cambiado la actitud de la gente hacia la fotografía y los fotógrafos! Lo más probable es que hoy se hubiera levantado media terraza a llamarte de todo y sin preguntar. Por el mero hecho de andar con una cámara en un sitio público ya eres sospechoso... de cualquier cosa. Pasa en la playa, en la calle, en un parque... como enfoques a alguien que no tenga relación contigo de inmediato se encara y se pone en lo peor. El otro día en un pueblo un pastor casi me mata por hacer unas fotos de sus cabras según pasaban al lado de mi coche. Por supuesto, al pastor ni se me ocurrió encuadrarle dado que no le había pedido permiso para fotografiarle, pero aún así consideró que hacer fotos de sus cabras sin preguntarle antes a él era lo peor de lo peor. ¡Qué pena, qué pena...! (Gracias por tu foto y por tu historia)

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  10. Preciosa historia.
    Le doy casi toda la razón a lo que comenta Javier Prieto.
    Yo el mes que viene tengo un juicio de una madre que denunció al periódico por salir su hijo al lado del portero del Sporting de Gijón...en una inocente foto de un fugador junto a un joven aficionado.
    Al final conseguirán...que apuntemos con armas en lugar de cámaras...me refiero...a poder comer...para seguir en esta vida.

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